MARZO 2012


Finaliza marzo y mi humor comienza a cambiar.
Es constante y cíclico. Entre el 24 de marzo y el 2 de abril todos los fantasmas y criaturas satánicas que convenientemente son mantenidas a raya durante los 356 días restantes cada año entran a atacar mi cabeza pugnando por salir y agredir a los que me rodean.
El aniversario del golpe de Estado de 1976 y el de la aventura de Galtieri por recuperar nuestras legítimas Malvinas me atraviesan por igual. Con dolor y bronca por la mentira.
En el caso del golpe, justificado por el decreto de Luder pidiendo la exterminación de la subversión, porque con la excusa de terminar con el gobierno de Isabel Perón que ya se caía solo, la Junta Militar tomó el poder y se dedicó a eliminar todo lo que fuera DISTINTO.
Y en el caso de Malvinas porque tomaron una reivindicación que es legítima desde sus inicios y la convirtieron en la masacre de muchos de nuestros jóvenes en aras de justificar un gobierno militar y de facto que cada vez contenía menos a los argentinos.
Deberían bastar estos dos terribles ejemplos como para que los jóvenes SUPIERAN que los militares no pueden gobernar nada.
Mi dolor ha pasado por diferentes estadios.
Tengo cincuenta y ocho años y en el 76 veintidós. He sentido la reivindicación en muchos corazones el 10 de diciembre del 83 y también he visto el Juicio a las Juntas y cómo estos temas iban ocupando diferentes agendas en lo gubernamental, sabiendo que para ningún gobierno de la noche a la mañana es fácil sacarse de encima tanto asesino militar y tantos cómplices civiles sueltos.
He compartido la emoción de muchos ante la decisión real y concreta de hacer justicia y que se conozca la verdad de lo sucedido en los “años de plomo” en la Argentina toda, y cómo fue encabezada por los Kirchner.
Por eso mismo ¡cómo me duele ver a tanto reaccionario, tanto traidor, tanto infiltrado en las marchas de los desaparecidos!
Me duele tanto sentir cómo jóvenes que jamás se van a ocupar nunca de lo que le pasa al prójimo, pibes, y no tan pibes, que del 3 de abril al 23 de marzo se van a cagar en lo mal que viven algunos a su alrededor, hoy se me acerquen y me pongan la mano en el hombro mientras miramos fotos en una exposición por los 36 años.
Seguramente podría darme vuelta y mandarlos al carajo, pero la verdad tengo miedo que se enteren los que usted sabe y me canten “el que no salta es un represor”.


Daniel Jorge Galst